Cómo elaborar un proyecto de ingeniería según la norma UNE 157001: estructura, contenido y claves para un trabajo bien hecho

Aprende qué debe incluir un proyecto de ingeniería conforme a la UNE 157001: estructura documental, contenidos mínimos, trazabilidad técnica y buenas prácticas que garantizan rigor, claridad y seguridad en cada instalación.

PROYECTOS DE INGENIERÍA Y NORMATIVA TÉCNICA

Ionánder Reyes

11/8/202510 min leer

a man in a suit and tie is sitting at a desk
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Introducción: el valor de un proyecto bien hecho

Un proyecto de ingeniería no es simplemente un conjunto de planos y memorias: es el documento que convierte una idea en una solución técnica viable, segura y verificable. Es la expresión tangible del trabajo intelectual del ingeniero, la herramienta que conecta la teoría con la práctica y que permite que una instalación, estructura o sistema funcione bien desde el primer día.

Además, un proyecto constituye la carta de presentación profesional del ingeniero. Su calidad documental refleja la ética técnica, la capacidad de análisis y la metodología de quien lo redacta. Cada línea, cálculo y plano transmite una forma de pensar: la de un profesional que entiende que la ingeniería no solo busca resultados, sino también orden, seguridad y sostenibilidad.

Para lograr ese objetivo, el proyecto debe seguir un criterio normativo que asegure su completitud, claridad y trazabilidad. En España, ese marco lo establece la norma UNE 157001:2014, titulada Criterios generales para la elaboración de proyectos técnicos. Esta norma, junto con la UNE 157002:2018 y otras complementarias, define los requisitos formales y de calidad que un ingeniero debe seguir para garantizar que su documentación sea profesional, coherente y reproducible.

Cumplir con la UNE no es una mera formalidad burocrática, sino una muestra de profesionalidad, rigor y respeto hacia el cliente, la administración y el propio oficio. De hecho, cuando un proyecto se estructura conforme a esta norma, facilita enormemente la supervisión, la dirección de obra, el control de calidad y la trazabilidad técnica.

Por tanto, podríamos decir que la UNE 157001 actúa como el esqueleto sobre el que se apoya toda la documentación técnica. Siguiendo su estructura, el ingeniero logra un equilibrio entre la precisión técnica, la claridad comunicativa y la estética documental, tres aspectos inseparables para que un proyecto se entienda, se ejecute correctamente y sirva de referencia a futuro. Este equilibrio convierte al proyecto no solo en un requisito administrativo, sino en un instrumento de valor profesional y una garantía de calidad para el cliente y la sociedad.

Marco normativo de referencia

Para elaborar un proyecto conforme a la buena práctica profesional, debemos conocer las principales normas UNE relacionadas:

  • UNE 157001:2014 – Criterios generales para la elaboración de proyectos técnicos.

  • UNE 157002:2018 – Requisitos generales para la prestación de servicios de ingeniería.

  • UNE 157003:2000 – Criterios de gestión de la calidad en los proyectos técnicos.

  • UNE-EN ISO 9001:2015 – Sistemas de gestión de la calidad.

  • Ley 38/1999, de 5 de noviembre, de Ordenación de la Edificación (LOE).

  • Ley 9/2017, de Contratos del Sector Público (LCSP), en el caso de proyectos sometidos a licitación pública.

Estas normas y leyes conforman un marco técnico y jurídico que define no solo los contenidos mínimos de un proyecto, sino también las responsabilidades profesionales del ingeniero redactor.

Estructura general de un proyecto según la UNE 157001

La norma UNE 157001 establece que un proyecto técnico debe estar compuesto, como mínimo, por los siguientes documentos:

  1. Memoria

  2. Planos

  3. Pliego de condiciones

  4. Presupuesto

  5. Estudio básico o estudio de seguridad y salud (si aplica)

  6. Anexos técnicos y documentación complementaria

Cada uno de estos documentos tiene una función específica dentro del conjunto y debe integrarse de manera coherente para garantizar la trazabilidad técnica del proyecto. La relación entre ellos no es jerárquica, sino complementaria: la memoria define la idea y los fundamentos, los planos la representan gráficamente, el pliego establece las reglas de ejecución, el presupuesto traduce en cifras las soluciones adoptadas y los anexos consolidan toda la información que permite verificar y mantener la instalación.

Esta estructura común proporciona una columna vertebral documental que facilita la revisión por parte de organismos de control, la dirección facultativa y la administración. También ayuda a normalizar el trabajo entre equipos multidisciplinares, ya que todos los agentes conocen el formato y los contenidos que deben esperar de un proyecto bien estructurado.

Además, la UNE 157001 permite adaptar la extensión y profundidad de cada apartado al tipo de obra o instalación: no requiere el mismo grado de desarrollo un proyecto de alumbrado público que uno de climatización o una planta fotovoltaica. El objetivo es mantener siempre la coherencia entre el alcance, el nivel de detalle y la complejidad técnica.

En la práctica, este esquema actúa como un marco de control de calidad documental, que asegura que nada esencial quede fuera del proyecto y que cualquier profesional pueda entenderlo, reproducirlo y auditarlo con facilidad. A continuación, analizaremos cada parte con detalle.

1. Memoria: el corazón del proyecto

La memoria es el documento principal del proyecto, donde el ingeniero expone el planteamiento, las soluciones adoptadas y las justificaciones técnicas. Se compone habitualmente de dos partes diferenciadas: una memoria descriptiva, destinada a explicar de manera comprensible la solución planteada para el cliente final o para personas no técnicas, y una memoria justificativa, que recoge los cálculos, verificaciones y referencias normativas que respaldan las decisiones técnicas adoptadas. De este modo, la primera transmite el concepto y la funcionalidad de la instalación, mientras que la segunda aporta el rigor y la trazabilidad documental exigidos por la normativa.

Según la UNE 157001, debe incluir al menos los siguientes apartados:

a) Objeto del proyecto

Describe la finalidad del mismo, el alcance de las obras o instalaciones, su ubicación y las condiciones generales de ejecución.

b) Antecedentes y necesidad del proyecto

Justifica la necesidad de la actuación. Puede incluir referencias normativas, datos del cliente, informes técnicos previos o condicionantes del entorno.

c) Descripción de la solución adoptada

Detalla la solución técnica elegida, las alternativas estudiadas y los criterios de selección. Aquí se explica el funcionamiento del sistema o instalación y su integración en el conjunto.

d) Cálculos justificativos

Incluye todos los cálculos técnicos necesarios para verificar que la solución cumple con las exigencias normativas y de seguridad. Los cálculos deben estar claramente presentados, con hipótesis de partida, unidades, referencias normativas y resultados finales.

e) Normativa aplicable

Señala todas las normas, leyes, reglamentos y disposiciones técnicas que afectan al diseño, ejecución y puesta en servicio del proyecto. En el caso de instalaciones, es esencial referenciar el REBT, el RITE, el CTE, las UNE-EN correspondientes y la normativa autonómica.

f) Condiciones de ejecución y mantenimiento

Explica los criterios de montaje, puesta en marcha y mantenimiento previstos para garantizar la durabilidad y el funcionamiento correcto del sistema.

Una memoria bien redactada debe ser técnicamente rigurosa, pero también comprensible para los agentes que intervienen en la obra: desde el cliente hasta el instalador.

2. Planos: la expresión gráfica de la solución

Los planos son la representación visual del contenido de la memoria. No se trata de simples dibujos, sino de documentos técnicos que deben cumplir las normas de representación gráfica (UNE e ISO), garantizando la interpretación unívoca de la solución proyectada.

La norma UNE indica que los planos deben incluir:

  • Portada y índice general de planos.

  • Planos de situación y emplazamiento.

  • Planos de distribución general.

  • Esquemas unifilares, multifilares o hidráulicos según el tipo de instalación.

  • Detalles constructivos y de montaje.

  • Planos as-built (una vez ejecutada la obra, si el proyecto incluye dirección técnica).

Un buen plano debe estar acotado, normalizado y contener toda la información necesaria para que un instalador pueda ejecutar sin ambigüedades. Además, debe presentarse de forma ordenada y legible, con títulos claros, escalas adecuadas y leyendas que permitan interpretar fácilmente los símbolos y referencias. Los planos actúan como el idioma común entre el proyectista, el instalador y la dirección facultativa, por lo que su claridad es clave para evitar errores de interpretación y sobrecostes en obra.

En proyectos de instalaciones, es habitual distinguir entre distintos tipos de planos según su función y nivel de detalle. Los planos generales muestran la organización global de la instalación, los planos de detalle profundizan en conexiones, uniones o zonas críticas, y los planos de montaje o ejecución guían paso a paso el proceso constructivo. En proyectos que incluyen dirección técnica, los planos as-built documentan fielmente la realidad ejecutada, facilitando el mantenimiento futuro.

El formato digital también cobra relevancia: el uso de estándares BIM y CAD facilita la revisión, coordinación y modificación de planos. Mantener la coherencia entre la documentación gráfica y la memoria es una obligación técnica que refleja el método y la ética profesional del ingeniero.

3. Pliego de condiciones: la norma del proyecto

El pliego de condiciones es el documento que define las especificaciones técnicas, materiales, garantías, ensayos y controles de calidad. Tiene carácter contractual y normativo, pues rige las relaciones entre el promotor, el proyectista, la dirección de obra y los contratistas.

Según la UNE, el pliego debe estructurarse en tres partes:

  • Pliego general: referencias normativas, control de calidad y definiciones comunes.

  • Pliego particular: especificaciones propias del proyecto.

  • Condiciones facultativas: atribuciones y responsabilidades del ingeniero director.

En esta sección deben describirse los materiales, equipos, procesos de montaje, tolerancias admisibles, ensayos de verificación y protocolos de recepción. Además, es el documento que traduce la teoría del proyecto a la práctica de obra, por lo que se convierte en una referencia esencial tanto para la contratación como para la ejecución y el control técnico. Un pliego completo debe detallar las normas UNE o ISO que rigen cada material o proceso, definir los métodos de ensayo, establecer las condiciones de aceptación y rechazo, y especificar los procedimientos de control de calidad durante la ejecución. También debe reflejar las condiciones de garantía, mantenimiento y responsabilidades de cada agente.

En los proyectos de instalaciones, el pliego adquiere especial relevancia al incluir los criterios de montaje eléctrico o mecánico, la identificación de equipos homologados, el tipo de canalizaciones, protecciones y acabados, así como las verificaciones previas a la puesta en servicio. Un pliego bien elaborado evita ambigüedades, previene conflictos contractuales y asegura que el resultado final cumpla con las exigencias técnicas y normativas previstas.

4. Presupuesto: cuantificar con precisión

El presupuesto traduce el diseño técnico en una estimación económica y sirve como herramienta de planificación y control durante toda la ejecución de la obra. Debe elaborarse de forma desglosada por capítulos, partidas y unidades de obra, indicando para cada una la medición, el precio unitario y el importe total. Además, es recomendable incluir una descripción clara de cada partida que relacione directamente el coste con la solución técnica propuesta, facilitando la trazabilidad entre el diseño y el gasto asociado.

La UNE 157001 recomienda incluir:

  • Cuadro de precios unitarios.

  • Mediciones detalladas.

  • Presupuesto resumen.

  • Estado económico final del proyecto.

El presupuesto no debe limitarse a un listado de precios; debe ser una herramienta de gestión económica que permita evaluar la viabilidad del proyecto, prever costes indirectos, márgenes de seguridad y contingencias. Su elaboración cuidadosa ayuda a optimizar recursos, prevenir desviaciones presupuestarias y mantener el equilibrio financiero durante la obra.

La transparencia en los precios es esencial para evitar desviaciones presupuestarias durante la obra y facilitar la comparación entre ofertas en caso de licitación, garantizando así la equidad en los procesos de contratación y el cumplimiento de los principios de objetividad y eficiencia económica.

5. Estudio básico o estudio de seguridad y salud

Cuando el proyecto conlleva ejecución de obra, el ingeniero debe incluir un estudio básico de seguridad y salud o un estudio completo, según el caso. Este documento, regulado por el Real Decreto 1627/1997, tiene como objetivo identificar y prevenir los riesgos laborales asociados a la ejecución de la obra y establecer las medidas necesarias para garantizar la seguridad de todos los trabajadores implicados.

El estudio de seguridad y salud constituye una herramienta de planificación que integra la prevención desde la fase de proyecto, analizando los procesos constructivos previstos y anticipando los posibles riesgos derivados de su ejecución.

Debe contener:

  • Identificación de los riesgos, distinguiendo entre los inherentes al propio diseño y los que puedan surgir durante la ejecución.

  • Medidas preventivas y de protección colectivas e individuales aplicables a cada fase de la obra.

  • Planificación de la coordinación en materia de seguridad, indicando las responsabilidades y canales de comunicación entre contratistas, subcontratistas y dirección facultativa.

  • Criterios para la elaboración del plan de seguridad por parte del contratista, garantizando la coherencia con el proyecto técnico.

  • Recomendaciones sobre la señalización, orden y limpieza de la obra, así como sobre el almacenamiento de materiales y la gestión de residuos.

Este documento, además, debe mantenerse actualizado durante la ejecución del proyecto, reflejando las modificaciones que puedan afectar a la seguridad, y debe servir de base para la coordinación posterior en fase de mantenimiento o explotación de la instalación.

6. Anexos y documentación complementaria

Los anexos técnicos incluyen toda la documentación que complementa o justifica el contenido principal del proyecto: fichas técnicas, catálogos de fabricante, certificados, resultados de cálculos detallados, justificación de cumplimiento normativo (por ejemplo, del DB-HE o el RITE), etc. También pueden incorporar informes de ensayos, fotografías, certificados de calibración de equipos o documentos emitidos por organismos de control autorizados que validen el cumplimiento de la normativa vigente.

En proyectos de instalaciones es habitual incorporar:

  • Cálculos de secciones de cable, caídas de tensión y protecciones.

  • Cálculos hidráulicos en instalaciones térmicas.

  • Diagramas de funcionamiento y automatización.

  • Estudios de radiación solar o sombras (en proyectos fotovoltaicos).

  • Planos y certificaciones as-built tras la ejecución.

  • Protocolos de pruebas y puesta en marcha.

  • Certificados de materiales y fichas de conformidad CE.

El valor de los anexos radica en que consolidan la trazabilidad técnica del proyecto. Permiten a cualquier auditor, técnico de la administración o responsable de mantenimiento verificar que las soluciones proyectadas cumplen los requisitos de seguridad, eficiencia y durabilidad previstos. Asimismo, garantizan la transparencia entre proyectista, dirección facultativa y contratista, ya que documentan el origen y la justificación de cada decisión técnica.

Conclusión: el proyecto como reflejo del ingeniero

Un proyecto bien hecho no es el que más hojas tiene, sino el que permite ejecutar con garantía, entender con claridad y mantener con facilidad. La norma UNE 157001 ofrece un marco ordenado que nos recuerda que proyectar no es dibujar, sino pensar, justificar y documentar con método.

Cuando un ingeniero aplica este criterio, transmite confianza y profesionalidad, y convierte su documentación en una herramienta de comunicación técnica efectiva entre todas las partes implicadas: cliente, instalador, dirección facultativa y administración. Además, refleja una cultura de trabajo basada en la prevención de errores, la claridad en la comunicación y la responsabilidad compartida entre los diferentes agentes del proceso constructivo.

Cumplir con la UNE implica asumir un compromiso ético con la calidad técnica. Supone comprender que cada anexo, cálculo o plano es una oportunidad para demostrar rigor y competencia profesional. La documentación bien elaborada no solo facilita la ejecución, sino también el mantenimiento a largo plazo, la certificación energética y la trazabilidad legal del proyecto.

En definitiva, cumplir con la UNE no es un acto burocrático, sino un compromiso con la buena ingeniería: aquella que aporta seguridad, eficiencia y trazabilidad técnica, asegurando que cada instalación funcione bien desde el primer día y que el trabajo del ingeniero deje una huella de profesionalidad y confianza en el tiempo.